LA FRASE

"ME DICEN QUE ESTÁ VINIENDO PARA ACÁ EL MINISTRO CAPUTO, ASÍ QUE TRÁIGANME ESA REMERA QUE DICE "NO HAY PLATA"." (KRISTALINA GEORGIEVA)

viernes, 24 de junio de 2011

CON LOS PIES EN EL BARRO


Leemos en El Litoral una nota sobre la situación que están padeciendo los vecinos del barrio Santa Rosa de Lima con motivo de la realización de la obra de cloacas.

La obra es encarada por la municipalidad a través del programa PROMEBA, y como decíamos acá, es financiada casi en su totalidad por el gobierno nacional; razón por la cual presenta un grado de avance bastante mayor que aquellas obras que Barletta debe financiar con sus propios recursos, o con los que le llegan desde el gobierno provincial.

En el caso de los recursos municipales, porque se gestión acusa una ineficacia alarmante -como lo demuestran los núemeros que exhibimos en el post anterior referido-, en el caso de los recursos provinciales, porque haber desafiado al candidato de Binner en la interna le costó caro, y le llegan en cuenta gotas.

Las cloacas de Santa Rosa de Lima, en rigor, no tendrían por que ser financiadas por el Estado nacional como sucede, porque el barrio está situado dentro del área de prestación de servicios de Aguas Santafesinas S.A., que tiene entre sus obligaciones expandir los servicios a aquéllos sectores que no los poseen.

Pese a los cinco o seis aumentos de tarifas (el año pasado un promedio del 87 %), es claro que esas obligaciones no se cumplen, y por eso está bien que la Nación acuda en ayuda de los vecinos de Santa Rosa de Lima, financiando la obra de cloacas.

Aunque quizás muchos no lo sepan porque la maquinaria de propaganda municipal lo oculta, y desde el peronismo local muchos se coman los mocos, y no lo salgan a aclarar.

Una vez conseguida financiación para la obra, lo único que tenía que hacer Barletta era controlar que se ejecutara correctamente, no solo desde el punto de vista del contrato, sino de su impacto en la vida cotidiana del barrio, una zona de gente humilde que carece de muchos de los servicios esenciales, y duramente castigadas por las inundaciones del 2003 y el 2007, y el abandono y la desidia de los gobiernos anteriores.

Como consecuencia de que muchas de las calles del barrio son de tierra, las excavaciones que debe hacer la empresa contratista traen grandes trastornos a los vecinos y todo se convierte en un lodazal, como se puede ver en la foto. 

Las pocas calles pavimentadas están en un estado calamitoso (abandono que es responsabilidad del municipio), y por esa razón tampoco ingresan las líneas de colectivo, otra obligación municipal incumplida: controlar que presten el servicio correctamente.

Cansados de protestar en vano pidiendo ser oídos por Barletta y sus funcionarios, los vecinos juntaron firmas para hacer oír sus reclamos y decidieron movilizarse a la municipalidad.

La respuesta fue la que suelen utilizar los radicales cuando tienen que lidiar con estos problemas: silencio, indiferencia, y amenaza velada de represión, como si una protesta social fuera un problema de inseguridad. Por suerte no pasaron de la amenaza, como suelen hacer en otros casos.

Pero los problemas siguen sin resolverse, exactamente igual, pese al tiempo transcurrido desde que empezaron los trabajos.

Y todo pareciera indicar que seguirán así: perdidoso en la interna, bajado del primer lugar de la lista de diputados nacionales de su partido, a Barletta parece haberlo invadido la misma sensación de desgano y aburrimiento por ser intendente, que asaltó a Macri cuando se cansó de ser presidente de Boca, y decidió lanzarse a la política, para luego aburrirse de ser Jefe de Gobierno, y coquetear con la idea de ser presidente, para volver a la ciudad, y eventualmente, de nuevo a Boca.

¿Volverá Barletta a la UNL, donde no corre el riesgo que unos morochos harapientos le reclamen por cosas tan triviales como embarrarse las patas?

Este caso es un fresco del "progresismo" santafesino: desatención de sus obligaciones específicas de gestión (en especial cuando las acciones de gobierno y los recursos deben volcarse hacia los sectores más desprotegidos de la sociedad), desplazamiento de responsabilidades (y culpas, cuando les parece oportuno) al gobierno nacional, adjudicación de méritos que no le corresponden; en síntesis inoperancia en sus diversas formas.

Y mientras ellos siguen zambullidos en sus etéreas discusiones sobre el ser progresista, los límites de las coaliciones y los mejores métodos para combatir al populismo clientelar hasta su total erradicación, los vecinos de Santa Rosa de Lima siguen con los pies en el barro.

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