LA FRASE

"AEROLÍNEAS ARGENTINAS NO DEPENDE DE MI CARTERA, ASÍ QUE NO VEO POR QUÉ MOTIVO ME VESTIRÍA DE AZAFATA." (LUIS PETRI)

miércoles, 27 de noviembre de 2013

GUARDEN UN POCO LAS BOLAS DE CRISTAL


La pulsión por predecir el futuro es un deporte nacional, casi tan popular como el fútbol.

Y si del futuro político y económico se trata, tiene adeptos por millones: los hay del lado de enfrente (por supuesto que sobresale la pitonisa chaqueña), pero también en el propio.

Por momentos uno tiene la sensación de que faltan hecho, pero sobran interpretaciones; y los análisis parecen no resistir la tentación de ir mas allá de los hechos inmediatos, que están frente a las narices de cada uno en la cotidianeidad; para remontarse meses y años por delante.

Etiquetando todo (como solía decir Jauretche), como si la política fuera acomodar los frascos de la alacena para saber que tiene cada uno: transición, fin de ciclo, giro a la derecha, post kirchnerismo, y podríamos seguir.

Como si la Argentina (y hablando de economía y de política) fuese un modelo histórico de predictibilidad.

Claro que ciertamente se pueden leer en nuestro pasado (reciente y remoto) ciertas constantes, ciertas líneas de fuerza que marcan procesos y épocas.

Pero no olvidemos que esta época (la que nosotros llamamos la década ganada) estuvo y está signada por lo imprevisto, lo sorpresivo, lo inesperado; desde la propia emergencia de Néstor Kirchner como la salida de la crisis del 2001, pasando por todas y cada una de las medidas más trascendentes que se tomaron en su gobierno, y en los de Cristina.

El anuncio de un inminente acuerdo con Repsol para finiquitar la expropiación de YPF es el último y más claro ejemplo al respecto; y las turbulencias actuales de la economía (que parecen haber revalidado los pergaminos de más de un gurú chamuscado por fracasos reiterados) no deben hacernos olvidar todos los pronósticos fallidos de estos 10 años.

Que por supuesto no hará que dejen de intentarlo porque son -como los caracterizó con agudeza Alfredo Zaiat- hombres de negocios que trafican ideología, disfrazados de economistas; o algo por el estilo.

Con los analistas políticos y opinólogos opositores pasa exactamente lo mismo: si dedicaran a construir política en serio  la mitad del tiempo y las energías que ponen en viviseccionar al kirchnerismo, o peor aun, en hacerle la autopsia anticipada; a lo mejor alguna vez saldrían de perdedores de la pelea grande.

Pero tampoco de ellos se puede esperar que dejen de hacerlo: han entendido que la política es eso, actuar como columnistas part time de la radio, la tele y los diarios.

En todo caso los que tenemos que dejar de lado por un rato la bola de cristal somos  nosotros, y sin renunciar al imprescindible debate interno (todo lo contrario), ir sobre la marcha misma de los acontecimientos antes que pretender estar un paso por delante; con pose de que nos la sabemos toda.

Y juzgar según los hechos, que es el modo más seguro de no equivocarse; o de equivocarse menos. 

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