LA FRASE

"LE DIJE AL PRESIDENTE MILEI QUE ESTOY MUY INTERESADO EN INVERTIR EN SU PAÍS, ESPECÍFICAMENTE CONTRATANDO A LOS CIENTÍFICOS DEL CONICET, ARSAT Y EL PLAN NUCLEAR QUE SU GOBIERNO ESTÁ DESPIDIENDO." (ELON MUSK)

miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA SEMANA SANTA DE LAS GORRAS


Quizás quede feo traer a colación aquellos días de abril del 87', cuando estamos celebrando los 30 años de democracia, pero la semejanza es -al menos en nuestra opinión- muy fuerte.

Porque otra vez sentimos que la democracia retrocedió ante el poder desnudo de las armas, que esa misma democracia puso en manos de algunos, para custodiarla.

Se podrá alegar que ahora -en las protestas policiales- hay un sustrato distinto, porque se trataba de un reclamo salarial.

Pero también entonces los carapintas intentaban circunscribir su rebelión contra la Constitución, a una cuestión estrictamente profesional.

Y al igual que en aquellas jornadas, cúpulas cuestionadas y corruptas fueron sobrepasadas por un movimiento que crecía hacia el interior de las fuerzas, pero que igual terminaron aprovechando, para garantizarse su impunidad, y su poder.

Un movimiento paradójicamente protagonizado por quienes -sin compartir muchos de los beneficios que proporcionan a esas cúpulas las cercanías con el poder político-, dejan en claro que sí comparten una misma visión de fondo sobre el rol de las fuerzas armadas (en éste caso las de seguridad), en un contexto de democracia.

Y que no es precisamente el de ser garantes de las instituciones, y de los derechos que la Constitución reconoce al conjunto de los argentinos. 

Lo concreto es que -al igual que entonces- el poder civil pierde la pulseada frente a los detentadores de la fuerza; que la exhiben como si fueran sus dueños, y no simples depositarios.

Y todo hace suponer que -al igual que entonces- lo primero que ganaron con su motín, es la impunidad. Acá en Santa Fe, con la bendición de la iglesia, que pudo poner en práctica lo que entiende por "reconciliación".

Ojalá la realidad nos sorprenda y nos desmienta, y los que cometieron el delito de alzarse poniendo en riesgo la vida y los bienes de la gente a la que tienen que proteger, paguen en la justicia.

Pero lo dudamos, porque garantizarse la impunidad es para ellos, a esta altura, tan importante como los aumentos de sueldos.

Porque será el recordatorio permanente al poder civil de su capacidad de extorsión, y para todos nosotros, de una derrota para la democracia.  

Que así como pudo -luego de 30 años y mucha agua bajo el puente- subordinar a las fuerzas armadas a la autoridad de los gobiernos elegidos por el pueblo, no ha podido hacer lo mismo con las fuerzas de seguridad, de las que en muchos casos esos mismos gobiernos, terminan siendo rehenes, o cómplices.

Quizás estos días de conmoción, muertes, saqueos y temor sirvan para que, como sociedad, establezcamos un nuevo "Nunca más".

En éste caso a la extorsión de unos delincuentes comunes, con uniforme y armas provistas por el propio Estado.

1 comentario:

Willy dijo...

Yo también hago de la actual situación de crisis policial una analogía con los carapintadas. Lamentablemente las fuerzas políticas de oposición y en algunos casos el propio oficialismo, no han extraído la forma homogénea con que se enfrentó aquella crisis. Si bien en lo inmediato los carapintadas parecieron ganar, demostraron también de la necesidad de modificar la estructura de las FFAA y con el trasncurrir de los años se llegó a una FFAA profesionales y a las órdenes del poder político.