LA FRASE

"DE MI ASCENSO A SECRETARIO DE ESTADO SOLO DIRÉ QUE SI UNO ES BUENO EN LO SUYO, EL RECONOCIMIENTO SIEMPRE LLEGA." (MANUEL ADORNI)

martes, 29 de diciembre de 2015

¿CUANTO DEL GOBIERNO REALMENTE CONTROLA MACRI?


Todos recordamos que uno de los latiguillos de la campaña de "Cambiemos" era preguntarse en tono retórico quien gobernaría verdaderamente el país en el caso de que Scioli ganara las elecciones: los editorialistas de los principales medios lo presentaban con frecuencia como un mero títere de Cristina o de la Cámpora; o un presidente disminuido a priori en sus capacidades efectivas de ejercer el poder en plenitud.

Solo la formidable coraza de impunidad mediática que se ha construido en torno a Macri para protegerlo de todo puede explicar que no se haga ahora la misma pregunta; cuando el flamante presidente ha integrado su equipo de colaboradores con un combo entre amigotes de los negocios, ex compañeros de colegio del Cardenal Newman, y un desembarco masivo de CEO'S de poderosas compañías nacionales y extranjeras en la función pública.

Una combinación que supone problema muchos más complejos que los más que probables y frecuentes conflictos de intereses, situación analizada acá: lo que se está viendo desde el principio del gobierno es un asalto del Estado por personeros del poder económico y mediático; que reconoce solo como antecedentes el desguace menemista post hiperinflación, y la pata civil de la dictadura (con Martínez de Hoz y los "Chicago boys" a la cabeza) tras el golpe del 76'. 

Un asalto que se ejecuta con una premura y voracidad que asusta y preocupa; sea que se lo interprete como la fiel ejecución del programa de gobierno previsto por los ganadores de la elección (aunque no exactamente asumido así por buena parte de sus votantes), o como el desenfrenado intento de los mandantes reales de Macri por aprovechar la primavera electoral y el veranito subsiguiente de tolerancia ciudadana con el nuevo gobierno, para saquear todo lo disponible; mientras dure la oportunidad.

Un rápido repaso del gabinete presidencial dista mucho de la idea de un "equipo compacto", conducido con mano firme por el presidente: el "Milico" Aguad -por ejemplo- se comporta como un grosero mandadero de Magnetto hasta en los más ínfimos y sobreactuados detalles; incluyendo la puesta a disposición de la fuerza pública para cumplir los designios de un grupo empresarial privado. Y Lombardi ha reemplazado de hecho al impresentable Avelluto en la tarea de hacer guiños al cacerolismo revanchista anclado culturalmente en el 55', emprendiéndola a diario contra todo lo que huela a legado simbólico del kirchnerismo. 

Las primeras medidas del ministro de la Producción fueron desmantelar todo el sistema de protección de la industria nacional (como si fuera un CEO de la cámara de importadores), mientras eximía a las empresas de la obligación de informar sobre su estructura de costos, conformación de precios y márgenes de ganancia. Un "piedra libre" para la especulación complementado con la llegada a la Secretaría de Comercio de Miguel Braun (cuya familia es dueña de "La Anónima") para discutir con las grandes cadenas de supermercados las subas de precios, y la continuidad de "Precios Cuidados".

En el loteo del Estado a la Mesa de Enlace le correspondió colocar a uno de los suyos (Buryaile) para instrumentar un combo soñado, que ni Krieger Vasena ni Martínez de Hoz se atrevieron a concederles: eliminación de retenciones, devaluación y apertura total de las exportaciones, sin correlativo compromiso de garantizar el abastecimiento del mercado interno. Y todo eso sin necesidad de cortar rutas, ni amenazar con desabastecer.

Prat Gay y Sturzenegger fueron directamente puestos en sus cargos por los bancos nacionales y extranjeros para garantizar sus negocios, y vaya si lo están haciendo: liberalización de tasas, eliminación del encaje y toda forma de control de capitales, negociaciones para tomar deuda. 

En paralelo, poner a Patricia Bullrich como ministra de Seguridad es una clara señal a las fuerzas de seguridad (uno de los principales bolsones de resistencia a todo avance democrático, junto con el Poder Judicial) de que se manejarán solas; con un lábil "protocolo de la protesta social" que conlleva un guiño explícito para los palazos y las balas de goma, como se pudo ver en el conflicto en Cresta Roja. 

De Garavano en Justicia se puede decir más o menos lo mismo que de Aguad en relación a Clarín: es entregarle el manejo del Poder Judicial a la Asociación de Magistrados que conducen el juez Recondo y el fiscal Sáenz, o rendirse ante la evidencia de que ya lo tenían. Eso sí: Macri les ha dado el guiño para aplastar el único foco de disidencia que tienen hacia el interior de la corporación, que es "Justicia Legítima"; de allí el apriete a Gils Carbó, la modificación del Código Procesal Penal (en el que los jueces ceden poder al Ministerio Público) por DNU, el asalto al Consejo de la Magistratura y el retiro de todos los pliegos de propuestos para cargos en la justicia que cometieron el "error" de pertenecer a la agrupación disidente.

La canciller Malcorra (a la que le acaba de aparecer un muerto en el placard de su paso por la ONU, muy difícil de disimular) ha sido puesta directamente por los sectores del poder de EEUU, sea el Departamento de Estado (sin cuya anuencia es imposible escalar tan alto en la burocracia de la ONU) o peor aun: los fondos buitres que financian buena parte de las campañas de los sectores más recalcitrantes de la derecha republicana. De allí que haya colocado en primer lugar en su agenda cuestiones que son prioridades de la política exterior de los EEUU, pero no de la nuestra: el reclamo por Leopoldo López a Venezuela (hasta el mismo Capriles lo califica hoy de sedicioso y golpista) y las negociaciones para ingresar a los TTP y la Alianza del Pacífico. 

Y en medio de todo Macri, sobreactuando los "gestos de autoridad", pero por debajo de esa gestualidad hay un presidente siempre ausente, por arriba o por detrás de los problemas: ni siquiera dio el presente en el anuncio del fin del "cepo" (medida cara a los afectos de sus votantes, si las hubo); y pasó de ir raudo a bailar chamamé a Corrientes tras anunciar la eliminación de las retenciones y la baja de las de la soja, a tomarse tres días enteros de "focus group" para decidir si daba el presente en Concordia, en medio de las inundaciones.

Algo de todo esto -la porosidad de Macri a cuanta demanda corporativa ande suelta- entrevió "La Nación" pero se excedió en su brutalidad, al colar su ya famoso editorial reclamando el fin de los juicios y la impunidad para los genocidas, al día siguiente del triunfo de "Cambiemos" en el balotaje.

Macri es hasta aquí un presidente con el modelo Menem de gestión (delegando los asuntos de Estado en el "equipo", aunque no en un super-ministro) y más preocupado por afirmar la imagen distendida que construyó en la campaña; al que -sin embargo, y si se presta atención- se lo nota chinchudo y contrariado cuando la realidad se resiste a sus deseos.

Así estaba en la cumbre del Mercosur cuando su planteo sobre Venezuela quedó en solitario y la canciller venezolana le paró el carro, y así se lo vio también en Entre Ríos, cuando los saludos de rigor por la visita dieron paso a los pedidos concretos de ayuda; como si estuviera enojado con el hecho de que en plena luna de miel con los electores, la que no le permite disfrutarla (al igual que sus vacaciones) es la realidad. 

La política (toda política, aun una de derecha explícita como la que representa Macri) reclama liderazgos concretos y reales, hacia el interior de las estructuras del Estado, pero por sobre todas las cosas, hacia la complejidad de la sociedad que tiene que gobernar; arbitrando en sus conflictos y tratando de darles cauce.

No pensemos ya en el conflicto de clases tradicional entre el capital y el trabajo (en el que podemos tener una idea clara sobre el lado en el que se colocará Macri), sino en como laudará -y si tiene la capacidad de hacerlo- en la incipiente puja a mediano y largo plazo por el valor final del dólar (variable clave si las hay) que ya se avizora; entre los bancos que apuestan a los pìngües negocios que les genera el alza de tasas, la valorización de los derivados financieros y la toma de endeudamiento externo en los valores actuales del billete por un lado; y los grandes grupos exportadores que reclaman un dólar más alto aun para no "perder competitividad", por el otro.

Una puja en la que ambos extremos amenazan llevarse puestos la actividad, el empleo y los salarios para conseguir sus objetivos; consecuencias a las que aun un gobierno de derecha debería prestarles atención, si desea transcurrir en paz su mandato y perdurar más allá; demostrando que lo del 22 de noviembre no fue una golondrina que no hizo verano.

Porque aun creyendo en "la mano invisible del mercado" como cree Macri (o al menos eso dice, aunque los negocios familiares indiquen lo contrario), nadie puede permanecer ausente cuando hay mas de una mano, pugnando por llevarse todo.

2 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

El Presidente Mau es apenas un relaciones publicas de los grupos económicos en el poder,un Ronald Reagan porteño y cancherito

El hijo de Arrostito dijo...

A como viene la mano, yo sólo me pregunto cuándo comenzará el tiempo de descuento... parece cada vez más cerca.