LA FRASE

"AEROLÍNEAS ARGENTINAS NO DEPENDE DE MI CARTERA, ASÍ QUE NO VEO POR QUÉ MOTIVO ME VESTIRÍA DE AZAFATA." (LUIS PETRI)

lunes, 18 de septiembre de 2017

SERIA, FIRME Y CONCRETA


Parafraseando a los spots de campaña del gobierno, Cristina viene haciendo lo que hay que hacer: después de la carta abierta a los votantes opositores, empezó una ronda de reportajes en medios hostiles, y ayer encabezó un acto al modo tradicional en Florencio Varela, para lanzar el tramo final de la campaña de cara a las elecciones generales del 22 de octubre.

Pero la referencia va más allá de lo metodológico, o de las estrategias de una campaña que se avizora difícil, con todas las encuestas en contra: tiene que ver con el contenido y las definiciones políticas del tramo final de una campaña de "Unidad Ciudadana" que comenzó cediéndole el protagonismo a las víctimas de las políticas de Macri.

En el acto de ayer agradeció los apoyos que vinieron del sindicalismo de la CGT (Daer, Caló y Schmid, en ese orden) no ya a ella en lo personal -tanto que les costó decirlo así, sin subterfugios- sino a la única propuesta política que hoy por hoy existe con envergadura como para erigirse en oposición -en sus propias palabras- seria, firme y concreta al macrismo.

Después de haber elegido como compañero de fórmula a alguien que se fue en malos términos de su gobierno (aunque tuviera la dignidad de no medrar políticamente con eso), ayer lo puso en el centro de la convocatoria, y reconoció ese hecho. 

Como se dijo acá entonces y lo confirmó la propia Cristina, la famosa carta abierta era menos un llamado a la unidad de la dirigencia opositora, que a la de los votantes que no comulgan con el modelo de Macri: si alguno quiere ver allí la confesión implícita de que con el kirchnerismo solo no alcanza es porque la hay, ¿pero no es acaso eso lo que le venían pidiendo?

Valoró especialmente el apoyo de Gioja, el presidente del Consejo Nacional del PJ; que por cierto habla muy bien del sanjuanino: con clara conciencia histórica de lo que está en juego, dijo lo que había que decir, y desautorizó de plano a Pichetto, sin nombrarlo siquiera. 

Bien por él entonces: la política se divide entre los que tienen conciencia del rol histórico que les toca jugar y de su propia valía pero en función de los intereses del conjunto, y los que viven en la palmera, y se miran el propio ombligo todo el tiempo. Si pensamos en las respuestas a la carta de Cristina los nombre salen solos, allá ellos.

Es evidente a esta altura de las circunstancias que hay muchos que lamentaron la derrota de Scioli en el 2015 no tanto y no solo porque posibilitara la llegada de la derecha al gobierno, sino porque suponían que ganando el FPV también Cristina entraba en el ocaso de su vida política, y ya no sería factor.

Y se nota precisamente porque hoy, 22 meses después del balotaje, y con Macri haciendo estragos en el país, siguen poniendo el foco en la autocrítica de las razones de la derrota, y gastando más energía en diferenciarse de Cristina, que en oponerse en serio al gobierno. 

Ella en cambio y volviendo al principio, está ocupada "haciendo lo que hay que hacer": ponerle cuerpo al intento por construir un muro de contención política que impida el avance de Macri, y que sea la base de una construcción más amplia de cara al 2019 (en la que incluso ofreció resignar su rol personal), pero sin alterar el orden natural de las cosas, que es el que impone las urgencias, y por ende las prioridades: sin 2017 no hay 2019; y si el gobierno se consolida este año en las urnas tratará de introducir cambios estructurales tan profundos, que si prosperan modificarán por completo el escenario en el que se llegue a las próximas elecciones presidenciales. 

Eso es precisamente lo que -a su modo, y con el cuchillo de la reforma laboral en la garganta- entendieron algunos de los dirigentes de la CGT; y lo que entendió Gioja, de allí que no debe sorprender que en esa percepción encontraran un punto natural de coincidencia con Cristina, que simplemente tuvo el mérito no menor de estar plantada siempre en el mismo lugar: enfrente del gobierno de Macri, y de sus políticas.

El acto de ayer en Florencio Varela y en especial el discurso de Cristina son parte inescindible de "lo que hay que hacer", en un punto en el que nos interesa detenernos: lo que dijo CFK al caracterizar al gobierno de Macri, y al momento que vive el país.

Cristina habló de una "democracia precarizada", como telón de fondo necesario de la precarización de las relaciones laborales, y de las condiciones de vida de las grandes mayorías populares; y lo dicho tiene importancia y potencia singulares, por quien lo dice y más en estos tiempos de "post verdad" y campañas políticas diseñadas exclusivamente pensando en los formatos, sin que importen los contenidos.

En modo conteste con su auto-reivindicación como una militante política (cuando el nabo de Novaresio la quería convertir en "empresaria", equiparándola a Macri), Cristina sale a recorrer la provincia, a buscar el contacto con la gente pero por sobre todas las cosas, a decir, a llamar a las cosas por su nombre y sin medias tintas.

Aquella vieja idea de que los ajustes no cierran sin represión cobra ominosa actualidad palpable en ésta Argentina de recorte de derechos (actuales y futuros), represión de la protesta social, presos políticos y un desaparecido por las fuerzas de seguridad del Estado.

No se trata de decir que lo que está haciendo es lo único que puede hacerse en estas cinco semanas de campaña que quedan, pero sí lo más importante. Habrá que ver si alcanza, pero la única lucha que se pierde es la que se abandona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Va a alcanzar. Pero junto al esfuerzo de Cristina, hace falta el esfuerzo individual. Cada uno tiene que convercer a otro y conseguir un voto más.